Qué habrá sido de él en el ocaso, con la brisa de un cielo al norte, cuando aún no tomaba mis manos.
Qué habrá sido de él cuando fuimos más lejos, y todavía sin mirarnos, al olor pausado del silencio y las lluvias y los parques.
Qué habrá sido de él cuando hallóse olvidado de su tierra y envejecer, expectante, observador, en el tibio cemento su alma.
Me pregunto esta noche porque vi pasar un rostro predicante y en sus ojos... sus ojos cansados.
Esta noche, como enero que me incendia a deshoras, marchito.
1 comentario:
manya, justo hace unos meses escribí:
http://nose-nada.blogspot.com/2009/10/papapa-romulo.html
y
http://tambientarcila.blogspot.com/2009/10/canto.html
chau :)
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